Le dedicaron una página en El Pais del día de hoy a
la muerte de Marcelo Lebel, y apareció otro tanto en el sitio web.
Yo tuve el placer de conocer a marcelo desde que tenía nueve años, y él seis. Su hermano es uno de mis mejores amigos, y marcelo sin ser un amigo directo era alguien que siempre estaba en la vuelta, y quien desde entonces ha formado parte de ese rompecabezas que se arma uno para ubicarse en la vida.
Para mí marce, era el hermano menor de ale. Ese que era bueno en atletismo, y tenía las medallas colgadas en el cuarto. Aquel que le vino la loca de tocar la batería y no dejaba dormir la siesta. El que decidió irse a dormir al fondo solo. El desprolijo, el desobediente, que parecía que no tenía rumbo, pero que un día encaro con el tema cine, y después no lo paró nadie. Era el que siempre estaba rodeado de amigos. Porque él tenía eso, marcelo le caía bien a la gente, y era un amigo de fierro. Era un tipo que vivía la vida al mango, sin guardarse nada, sin miedos estúpidos como tenemos la mayoría.
Pero estas cosas no aparecen en la crónica del díario. Ahí solo se leen cosas, como a quemarropa, ajusticiamiento, e hijo de, y nieto de. Tampoco cuentan como la familia Lebel quedó desgarrada, como la madre no tiene consuelo, y la novia tampoco.
Los que lo conocimos, pensabamos que si se iba a ir joven, era con un accidente de tránsito, pero nunca así. Las condiciones en las que se fue dejan más interrogantes, que otra cosa. Solo espero que agarren al hijo de puta que hizo eso, y se haga justicia.
Y al final el entierro. Un cajón y flores. Tu cerebro sabe que no lo vas a ver nunca más, pero el corazón no lo cree. No puede ser verdad. Sin embargo es.
un abrazo marce, hasta siempre...