Odio los bancos. Odio tener que realizar trámites en los bancos. Odio que hagan girar al resto del mundo en torno a sus horarios arbitrarios cuando se supone que
el cliente soy yo. Odio que manipulen mi tiempo a su antojo y estimen el propio tan precioso. Odio que me hagan sentir poco importante porque no estoy guardando millones de dolares. Odio la actitud con la que atienden. Odio que me atiendan con cara de cansados y me expliquen como si fuera bobo que para hacer tal tramite, primero tengo que hacer tal otro, y pasar por tal otro lado como si fuera una obviedad, cuando lo que yo quiero hacer es de naturaleza tan simple, como puede ser un...
me guardás esta plata? o
me das la plata que está en tal cuenta? Y en particular, odio ir al banco Santander, la sucursal de 18 de Julio a una cuadra de la pza cagancha.
No entiendo como logran, cada vez que voy, dejarme con la sensación de que
tiene que haber una forma mejor de hacer las cosas. Hay tres personas en caja, sin embargo al llegar a la caja, me dicen:
ah.. no, primero tenes que ir por allá, por el mostrador, donde solo hay un pinta que está escuchando los reclamos de
todo el mundo, desde juancito que quiere enviarle plata a su mamá en tombuctú, hasta fulanito que quiere abrir una cuenta en euros, pero no está seguro y quiere que lo escuchen. En medio de eso, yo mirando el reloj como un tarambana, pensando que a las dos quedé en estar en tal lado. La cola no avanza, mientras tanto los tres tristes cajeros, se miran las uñas.
Y acá me ataca la primer idea brillante del día. Digo, de pronto, me parece, no podríamos darle un poco más de
autonomía a los señores cajeros para que puedan llevar acabo transacciones de caracter simple solitos, y dejar a atiende tutti solo para contestar dudas sobre giros intergalacticos? Quizás estoy planteando algo revolucionario (mirén que en el banco republica lo hacen, no es tecnología alienígena de lo que les hablo).
Al rato de realizar la cola, aparece una segunda señora en el mismo rol que atiende tutti (trajeron refuerzos), y me llama. Parece que después de todo hacer un retiro no es cosa tan simple, y me dice...
"pasa que como no estamos en linea con los cajeros, no podes hacer el retiro por el total, primero tenes que ir y sacar plata en el cajero automático, afuera, venís, y con el ticket, yo te hago el vale, y retiras por allá." La sola perspectiva de tener que hacer la cola denuevo, me genera un ataque de caspa instantáneo ipso facto. Parece que se notó en mi cara porque sin que dijera nada la buena señora me dice...
"pero venis directo, me das el papel y te lo hago."Salgo voy al cajero, y hay cola. Segunda cola, segunda idea brillante del día...., no podrían ser un poco
más optimistas, y pensar que si alguien retira el total por mostrador, en el 95% de los casos no va a ser tan mala leche/tarambana de ir a retirar por cajero al toque. No estaremos penalizando al 100% de los usuarios por un caso de borde en el sistema? Y si pasara, que es lo peor que podría pasar?, si siempre le pueden hacer esas amistosas llamadas de telefono que uds chicos saben hacer, tan bien, para hacerle saber que está sobregirado (sabemos donde vives...).
En esos momentos de iluminación, se libera el cajero automático en la parte exterior del edificio y procedo a hacer mi faena. Recupero parte de la plata y el ticket preciado. Me siento Indiana Jones, esto ya se ha convertido en todo una búsqueda del tesoro, cual será la próxima pista?
Vuelvo con la buena señora, que ahora está atendiendo a otro buen señor. Ignoro la cola y me ubico directamente detrás del señor que está atendiendo en ese momento. Tercer cola/espera del día, después de todo no debo ser mal educado, debo esperar a que termine de atender a quién está atendiendo. En paralelo una parte de mí se siente mal, porque pase por adelante de la gente que está haciendo la misma cola, y reprimo una necesidad de explicarle a todos que en realidad ya hice la cola con anterioridad.
Se libera la buena dama, le doy el ticket como si fuera un trofeo, escribe unos papiros, los engrampa y me los da, y me señala la cola de las cajas.
Cuarta espera, cuarta cola, la caja. Me siento como antes de enfrentar al malo de fin de juego, tan cerca de la meta que no me lo creo. De los tres cajeros solo uno hay ocupado. Nadie se encuentra delante de mí, sin embargo no me llama ninguno. Estoy ahi, parado en la línea esa que tienen, como meta de arranque un rato. Los miro, y me cuestiono que brillante tarea los está deteniendo de atenderme, y no logro decidirme entre: una transacción millonaria pendiente, arreglando monedas en tubitos de papel, o un buscaminas.
Finalmente, uno de ellos me llama, no era el que yo esperaba que estaba libre, sino el otro. Le entrego los papiros, me entrega la plata sin decir nada, y acá entro en corto circuito yo. Como? eso fue todo? Naa, no puede ser. Y me quedo ahí parado, nuevamente como un tarambana, esperando una señal de algún tipo. No debo firmar nada más? No puedo más con el silencio incómodo y le pregunto:
ya está? A lo que responde:
Sí, ya está, como si fuera obvio, como si el trámite fuera una pasada.
Es así como en poco más de media hora realicé una operación que en un cajero me toma un minuto.
Larga vida a los ATMs!